Hace ahora 32 años fui
elegido por el Partido Socialista para encabezar la candidatura a las
elecciones municipales de mayo de 1983. Llevaba militando en el partido que fundara Pablo Iglesias,
desde que terminara el servicio militar
en 1980 realizado tras la finalización
de los estudios de Filosofía y Letras en
Granada. Aún recuerdo nuestro primer mitin de aquella campaña electoral
realizado en este emblemático barrio donde arraigaron con fuerza desde
principios del siglo XX, los ideales socialistas. Muchos de los primeros
jornaleros del campo comprometidos con la lucha por la igualdad y la libertad
encontraron acomodo en esta misma calle y sus aledañas como la de Pablo Iglesias y del Norte, levantando con
sus esfuerzos y sacrificios personales las pequeñas casitas de planta baja
que iban construyéndose junto al llano
del Gamonal.
En aquella primavera de 1983 en el Partido
Socialista se encontraba un nutrido grupo de afiliados provenientes, en su mayoría, de la 2ª
República que creían con esperanza en las posibilidades del régimen democrático recién estrenado, tan
solo unos años antes, tras la larga dictadura de más de cuarenta años.
Estos viejos compañeros,
de quienes muchos de los jóvenes de entonces aprendimos a comprender y a valorar el mensaje de solidaridad y servicio público que conlleva el
socialismo, nos transmitieron
enseñanzas muy básicas, pero al
mismo tiempo profundas, sobre la razón de ser socialista; valores y
principios que a su vez habían escuchado
y aprendido de los viejos afiliados obreros de principios del siglo XX a los
que ellos habían conocido.
No os quepa la menor
duda que, hoy día, Marmolejo SI sigue
representando aquellos dignos valores frente a quienes en la actualidad han
convertido al socialismo local en una oficina de colocación y en una especie de
marca comercial donde obtener dividendos parece que fuera la máxima prioridad.
Unos años antes de las
primeras elecciones democráticas, entre
1976 y 1977, un reducido grupo de jóvenes desde distintos ámbitos
de la izquierda, entre los que recuerdo a Paco Linares, Pedro Llorente, Jorge Martín, Antonio Casado, mi hermano
Javier etc, realizamos campañas de concienciación ciudadana con reparto de
propaganda en la que reivindicábamos más democracia y más libertad para nuestro
país y nuestro pueblo.
En la Nochebuena de 1976, repartíamos por
diversas calles de este barrio de las
Vistillas, bajo una lluvia pertinaz, una “Hoja Obrera”, invitando a la clase
trabajadora a luchar por su libertad; y en la Semana Santa de 1977, éramos
citados a declarar al Cuartel siendo
interrogados por el sargento de guardia en relación a pegatinas y
pasquines de elaboración casera
distribuidos por los lugares más transitados de la población. Nos amenazaron con quitarnos las becas de
estudio y con mandarnos ante el juez. Y es que aunque Franco había muerto, el
franquismo aún seguía vivo y coleando.
Recuerdo, cómo los
militantes más veteranos del Partido Comunista y Socialista, se movilizaron
para ir a apoyarnos ante la puerta del Cuartel.
Finalmente nos dejaron en libertad, pero eso sí, controlados nuestros movimientos hasta el mismo momento en que Adolfo Suárez
legalizaba aquel Sábado Santo el Partido Comunista de España.
En aquella candidatura
para los comicios de 1983, me acompañaban algunos de esos compañeros ya
ausentes entre nosotros que nos enriquecieron con sus ideas y experiencias. A
saber: Manuel González Roncero, Juan
Torralbo Roncero, José Casas Rodríguez, Manuel Gómez Torres y José Alférez Alcalá. Junto a ellos, y apoyándonos
desde el partido, todo un grupo de personas íntegras, igualmente fallecidas,
entre los que recuerdo a Jerónimo Cano, José Gómez Ruiz, Juan Martínez Cano,
Bartolomé Barragán González, Manuel Soriano “Lagarto”, Alfonso Rodríguez Flores,
los hermanos Tomás y Cristóbal Martínez Godoy, etc, etc.
Para todos, como no, un
recuerdo de cariño y agradecimiento porque
confiaron en nosotros, los más jóvenes, para que impulsáramos hacia el
futuro los programas y los ideales de
justicia e igualdad que habían defendido desde su lejana juventud.
Permitidme que también
le dedique mi recuerdo y reconocimiento a los que desde el Partido Comunista de
España hicieron posible en esos años de la Transición Democrática la formación
del primer gobierno de izquierdas en 1979: Félix Gallego, María Riberio
(hermana de Ascensión), Francisco Romero “El de Julia”, Manuel Pérez (padre del
compañero José Manuel Pérez Torres), Agustín Robles “Garabato” etc, todos
personas comprometidas, con los que tuve ocasión de compartir experiencias e
impresiones y que tampoco están ya entre nosotros.
He de decir que a partir
de aquellas elecciones municipales se
intensificó, aún más, mi labor dentro del PSOE Local, pues aunque esos comicios
se ganaron por votos, un pacto entre una
candidatura independiente, liderada por
quien había sido el alcalde socialista entre 1979 y 1983, y Alianza Popular
(actual Partido Popular), nos impidió
gobernar el Ayuntamiento de Marmolejo. Por tanto me correspondió la
misión de liderar al grupo socialista en la oposición municipal hasta las
elecciones de 1987 en que después de cuatro años de unidad y trabajo bien
hecho, conseguimos recuperar la alcaldía para el proyecto socialista e
incrementar el grupo de concejales hasta ocho.
En los meses que me tocó
liderar la gestión en el Ayuntamiento, como Alcalde en funciones, impulsamos
diversas acciones encaminadas al desmontaje de los símbolos del franquismo, aún
presentes entre nosotros; creamos el empleo juvenil, iniciamos el
embellecimiento de nuestras calles y plazas con la siembra de naranjos y la
construcción de bancos ornamentados con bellas cerámicas; se ejecutaron obras
de adecentamiento de los caminos rurales, se abrió la escuela unitaria de niños
y niñas en el Poblado de San Julián, y se
pudo terminar la nave de la cooperativa de hortelanos. También se dieron pasos
en la reestructuración de los servicios municipales facilitándo el acceso de
los ciudadanos al Ayuntamiento; impulsamos decididamente la participación
efectiva de los sindicatos de clase,
para el correcto comportamiento del acceso transparente y equitativo a los
jornales del PER por parte de todos los
jornaleros agrícolas de la localidad.
Luego, desde mi trabajo
en Jaén en la Delegación Provincial de Cultura,
continué vinculado siempre a la organización sindical hermana UGT,
desempeñando puestos de responsabilidad en la estructura provincial y
regional de la Federación de Servicios
Públicos, y como no, manteniendo siempre mi militancia en el PSOE, aunque eso
sí, y así lo reconozco, con una actitud
crítica por la deriva que en los últimos tiempos había tomado la organización
en su gestión de gobierno tanto regional como local, incapaz de
reaccionar ante los reiterados casos de
corrupción que, día tras día, le iban salpicando y minando su credibilidad.
En los momentos
actuales, me encontraba dedicado
plenamente a mi trabajo, a mi familia y
a mi verdadera vocación, la Historia y la Agricultura, aunque siempre
interesado por el devenir de los acontecimientos políticos y colaborando con
organizaciones de carácter social y cultural.
En ese contexto recibí
la llamada de un grupo de jóvenes marmolejeñas/os empeñadas/os en relanzar para los próximos años el proyecto de
renovación de la izquierda en nuestra localidad
desde unos postulados inspirados en las distintas corrientes históricas
obreristas, enriquecidas ahora con las ideas de renovación democrática surgidas
en los últimos años, favorecedoras de políticas de igualdad, tolerancia y de
consenso social, en el marco del máximo
respeto a la diversidad cultural y de pensamiento.
Reconozco que me lo tomé
con calma, y que tardé en reaccionar
ante la llamada, pero tras realizar un
sereno y profundo análisis de la situación de ruina y de enfrentamiento vecinal
en que quedó nuestro pueblo tras los largos años de desvarío de unos
gobiernos locales enormemente
distanciados de los valores del socialismo democrático, decidí, como
entonces hicieron aquellos viejos compañeros de finales de los setenta, unirme
a estas personas para arrimar el hombro
y aportar mi granito de arena a la regeneración política de nuestro querido
Marmolejo, sin importarme mucho el lugar que ocupase en la candidatura.
La
realidad cotidiana me viene demostrando que pasos similares han dando en toda
España y en Andalucía compañeros/as socialistas, que sin renunciar a sus
ideales de siempre, han optado por apoyar nuevas opciones en el ámbito de la
nueva izquierda en un afán sincero y honesto de encontrar rumbos más adecuados al anquilosado régimen
democrático nacido en 1977.
Creo, sinceramente, que Marmolejo tiene ahora una gran
oportunidad de hacer las cosas que no se hicieron bien en el pasado. Ascensión
Riveiro tiene la capacidad suficiente como para liderar con acierto al
eficiente grupo de personas (hombres y mujeres) que han impulsado este proyecto
ilusionante para toda la colectividad marmolejeña.
Ella viene de gente sencilla, humilde, cercana,
yo diría que perteneciente a esa estirpe de jornaleros luchadores por
transformar la injusta realidad social en que les tocó vivir en los comienzos
de la dictadura.
Al padre
casi le tocó morir en las cárceles franquistas, después de sufrir una larga
condena en Burgos. Y sólo, que no es poco, por mantenerse fiel a sus ideales
solidarios ayudando con una pequeña cuota a las familias (mujeres y niños
pequeños) de los afiliados obreros presos durante los difíciles años de la Postguerra.
Antonio
Riveiro, un portugués de la serranía Alentejana, salía en 1964 en libertad
condicional de la prisión de Burgos, y en mayo de 1969 fallecía en su domicilio
de la calle Pérgolas. Ascensión nacía un año antes cuando ya su progenitor daba
muestras evidentes de una salud
debilitada por las secuelas de la cárcel.
A su
madre Melencia Sorroche, almeriense de la localidad de Cóbdar, mujer de
espíritu luchador le tocó sacar adelante a Luis, María, y la pequeña Ascensión,
dándoles un testimonio de tolerancia y
de respeto hacia los demás, infundiéndoles la virtud de hacer el bien sin mirar
el credo ni la ideología de las personas.
Nuestra
candidata y compañera tiene bien aprendida la lección, sabe de dónde
viene, y no se deja llevar por cantos de
sirena, ni le arrastran las ansias de poder. Regenta su pequeña empresa, y vive
de ella, por lo que no pretende hacer de la política su profesión. Es, por
tanto, de esas personas comprometidas que están de paso por la vida pública, lo
cual representa una garantía para la supervivencia de los hábitos democráticos
entre nosotros.
Tiene
los pies en el suelo y perfectamente asumido que la gestión de lo público es
una labor de equipo mirando siempre el interés general y el mejor servicio a la
ciudadanía. Conoce al detalle la actual
situación de la economía municipal y no va
a impresionar a nadie con caros fuegos de artificio que luego quedan en
nada profundizando, aun más, si cabe, la ruina colectiva.
Tanto
ella, como el resto de quienes conformamos “Marmolejo SI”, tenemos claro que
hemos de pasar página a aquella forma de hacer las cosas donde todo se
orientaba a perpetuarse en el poder intentando
arrancar un puñado de votos a cambio de
una serie de proyectos megalómanos, de costosa financiación, mal
ejecutados y peor gestionados, que finalmente acabaron siendo un enorme fiasco
de muy difícil digestión para quienes les tocó administrar la herencia
recibida.
Al mismo
tiempo no debemos de olvidar que aquellos gobiernos locales habían convertido
el Ayuntamiento en una oficina de colocación, engordando hasta extremos nunca
vistos su nómina salarial, en la mayoría de las veces, con contrataciones
ilegales, para asegurarse una clientela sumisa en los distintos eventos
electorales.
Esos
proyectos fallidos ya son conocidos de todos; se prometieron en sucesivas
campañas electorales pero finalmente resultaron ser un auténtico cáncer para
los contribuyentes marmolejeños. Eso sí, sirvieron para ganar elecciones
aunque daba la sensación de que lo que menos importaba era alcanzar la
utilidad pública para lo que, en teoría, habían sido concebidos.
Ahí nos
queda como botón de muestra: la Residencia de Ancianos, el Polígono Industrial,
La Dehesilla, la Estación de Autobuses, El Balneario de Marmolejo, el Llano del
Puente, el Invernadero de San Julián, La Torre del Agua, la Carretera de
Ropero, la acera de la calle Calvario etc., etc. En suma todo un conjunto de
actuaciones, con graves deficiencias técnicas y estructurales en su ejecución
que generaron una serie de pleitos y deudas que lastraron, todavía más, la
precaria economía del Municipio, cifrada en más de 21 millones de euros. Deuda
multimillonaria que ahora estamos obligados a pagar con el agravante de que la
mayoría de estas inversiones han quedado casi inservibles.
En
definitiva nada que ver con aquellos eslóganes electorales del Partido
Socialista famosos en los años ochenta y
que decían: “Por las cosas bien hechas” o “Cien años de honradez”.
Por eso no
deja de ser una gran paradoja que los artífices de aquel gran fiasco se nos
presenten, de nuevo, como alternativa de buen gobierno, sin que todavía hayan
pedido perdón por el daño moral y económico ocasionado a la colectividad
marmolejeña.
No debemos de
perder nunca de vista que el avance y el progreso de los pueblos se suele
quedar en puro espejismo y por tanto en
mero retroceso, si la acción de sus
gobernantes no ha sido guiada, en cada momento, por la ética y la honestidad.
Como otro
espejismo puede resultar que para progresar y avanzar sea necesario el padrinazgo de alguna fuerza política con
implantación regional o estatal cuyos aparatos se ocupen de nuestros problemas.
Nada más lejos de la verdad.
Lo que
realmente vale y nos hace eficaces y operativos es la fuerza y el empuje de
nuestras convicciones, unido a la acción de un buen gobierno, limpio y
transparente, que tenga detrás la acción de control de la ciudadanía,
evitando que puedan surgir nuevos abusos
y desmanes por déspotas que se creen en el monopolio de la verdad cuando los
pueblos les dan mayorías absolutas.
Mantengo viva la confianza en que muchas/os marmolejeñas/os realicen también
este ejercicio reflexivo y
movidas/os por un alto concepto de la responsabilidad y
compromiso, afronten el reto que la nueva etapa histórica nos
impone para que, entre todos/as, seamos
capaces de construir un Marmolejo mejor, en torno a este gran equipo de
personas , todos ellos marmolejeños/as de buen corazón y de nobles ideales, que
desde “Marmolejo SI” pretenden reivindicar los valores de igualdad, progreso y
justicia social que siempre defendió la izquierda democrática. Creo
sinceramente que Marmolejo lo está necesitando, y éstas/os vienen con tanta
fuerza y entusiasmo que de seguro lo vamos
a conseguir. Gracias a todos por vuestra asistencia y apoyo.
Manuel Perales Solís
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